Me Llamo Soledad

La soledad me mece, adormeciendo mi entorno.

La soledad es mi morada, en ella soy invulnerable.

De pequeña en el patio del colegio,

los libros fueron mi refugio ante la crueldad infantil.

Ser distinta reporta beneficios pero también incomunicación.

Ahora, mayor, puedo disfrutar más de ella.

El sol entra por el lateral del cristal, esplende mi pequeña biblioteca.

¿Que tengo más preciado que mis momentos de soledad?

Nada me falta, ni sobra, cuando estoy sola.

Me deleito en un huracán de lenguajes.

Algunas veces canto, en la salita de mi dormitorio,

melodías aprendidas hace tanto que ya no recuerdo en que niebla se dilucidaron.

Sí, soy disímil, siempre lo he sido.

Sé que por ello fui afortunada, tenía cierto destello, en mi hablar, sonreír,

en mi forma de pensar.

Los libros se entremezclan en mi memoria, no recuerdo todas las historias.

Si recuerdo, la soledad en la literatura.

La gruta oscura en la que me extraviaba.

Esa criatura de ojos ámbar  que sueña con versos e historias, en su soledad

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