La Bañera



La Bañera

Me gustó la bañera en cuanto la vi. Era una pieza auténtica. Tenía las patas de garra de león y estaba esmaltada en verde por fuera. — ¿Cuánto?—, pregunté, apartando la vista de las prótesis que tenía en vez de manos el vendedor. —Poco—, contestó, mientras me miraba de arriba abajo lascivamente.
Me la llevé en mi viejo camión a casa. Un vecino, que sabía de fontanería, me ayudó a bajarla y montarla. Qué bonito se quedó el baño. Esa noche, al terminar de trabajar en la casa, coloqué velas por los estantes. Las encendí y apagué la luz. Llené la bañera hasta arriba de agua y burbujas perfumadas. Me desvestí con cansancio; casi no podía levantar las piernas de lo que había trabajado en las reformas de la casa ese día. Pero esta era mi recompensa, una bañera antigua, preciosa. El agua estaba perfecta y mi cuerpo empezó a relajarse. Cerré los ojos mientras canturreaba una canción. De pronto, sentí unas manos alrededor de mis tobillos. Abrí los ojos asustada, no había nadie, pero las manos las seguía sintiendo. Tiraron de mis tobillos hasta que mi cabeza quedó sumergida. Intenté incorporarme pero no pude, pues mis tobillos estaban en el aire, los veía a través del agua, pero seguía sin ver a nadie. Me ahogué mientras gritaba en mi preciosa bañera.
Diario de Levante   5 de Abril 2018
Anuncio: Vendo bañera antigua, esmaltada en verde. Barata. Preguntar por Luis el “Sin Manos”.

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